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lunes, 24 de enero de 2022

LA DIGNIDAD HUMANA UNA NUEVA ECONOMÍA… TU CONSEJO FINANCIERO

 


Discurso expresado por un líder de hoy Joan A Melé, para seguir abriendo caminos en la manera de como enfocar las finanzas.

La ética y el respeto por la dignidad humana son, en opinión de Joan A. Melé, los ejes de un nuevo modelo económico, que va más allá de la supervi­vencia del más fuerte y se dirige hacia un mundo más sostenible. La educación y el compromiso de empresarios y ciudadanos son las palancas para activar este cambio colectivo.

Vivir, no sobrevivir. De tanto pensar en el modelo de supervivencia, nos hemos olvidado de qué significa ‘vivir’ como seres humanos.

Nos planteamos cómo solucionar los problemas actuales de sostenibilidad de nuestro modelo económico, pero pocas veces nos preguntamos por qué hemos llegado a esta situación. La clave es la educación. Hemos perdido de vista la dignidad humana. No estamos educando a los jóvenes para que sean seres humanos dignos, sino que reproducimos un modelo obsoleto por el que el hombre es un animal al final de la cadena evolutiva y la vida es una lucha por la supervivencia. Y ni siquiera puedes cuestionar las teorías evolucionistas de Darwin. Pues yo más que cuestionarla, la niego, directamente.

Hace poco discutía con un prestigio­so científico español que me decía: “Déjese de tonterías, de dignidades humanas y de sentido de la vida… La vida no tiene sentido, la vida es luchar por sobrevivir y los más fuertes son los que tiran adelante”. Y le pregunté: “Si la vida es solo lucha por sobrevivir, ¿por qué hacemos poesía, por qué componemos música, por qué pintamos? ¿Qué tiene que ver la poesía con la lucha por la subsistencia?” Nada. Hacemos poesía porque somos humanos. Pero no es necesaria para la subsistencia. Por eso es tan importante. El ser humano ha superado el ámbito de la necesidad y ha entrado tímidamente en el de la libertad y la creatividad.

 

Ganarse la vida

Las grandes preguntas del ser humano son:

¿Qué habrá después de la muerte?

 ¿Seguiré teniendo consciencia?

 ¿Me encontraré con mis seres queridos que se fueron antes?

Pero hay una pregunta más importante…

 ¿Hay algo antes del nacimiento?

 ¿Hay un plan?

 ¿O somos células que se han reunido por azar?

Cuando yo era joven, el famoso bioquímico Jaques Monod, hablaba de esta aleatoriedad. Escribió El azar y la necesidad y le dieron el Premio Nobel de Medicina. Se “creció” y empezó a filosofar. Decía: “Pobres seres humanos que pensáis que sois algo. No somos nada. Somos células que se reúnen por azar y un día sale un pez, un gusano, un cocodrilo, un chimpancé o un ser humano. Surgimos por la necesidad de adaptarnos al medio ambiente”. ¿Por qué somos tan reduccionistas con el ser humano? La lucha por la supervivencia se ha planteado como modelo de vida. De tanto hablar de ‘sobrevivir’ hemos olvidado qué significa ‘vivir’ como seres humanos.

Estas dos preguntas sin respuesta sobre qué habrá después de la muerte y qué hay antes de la vida, nos provocan miedo y nos hemos creído la teoría del azar y la supervivencia. A los niños les transmitimos ese miedo: tienes que estudiar y sacar buenas notas para tener una carrera, un máster y hablar dos idiomas porque si no, no te ganarás la vida. En el peor de los casos nos obedecen y cuando consiguen toda esa formación no encuentran un trabajo en el que les paguen bien. No pueden ganarse la vida. Pero es que ganarse la vida no es tener un trabajo, eso es ganar dinero, que también es necesario. Ganarte la vida es darle sentido a la vida. Que cuando llegue el último momento, puedas decir que has ganado una vida, que has dejado algo en el mundo. Autoexigencia. Tenemos que ser críticos. Sin un cambio profundo por parte de los directivos seguire­mos aguantando con parches.


Madurar, no crecer

Tenemos que ser críticos. Si somos autocomplacientes esta situación no habrá quien la cambie. Y sin un cambio personal y profundo, de autoconocimiento, por parte de los directivos de las empresas seguiremos aguantando con parches.

No olvidemos que los objetivos del milenio fueron un fracaso vergonzoso. En aquellos objetivos se estable­ció que entre el 2000 y el 2015 reduciríamos la pobreza y el hambre a la mitad, ¿Cómo que a la mitad? ¡Podríamos acabar con ella! No terminamos con el hambre porque no queremos, porque nos hemos propuesto crecer como objetivo de vida. Todas las empresas quieren tener más cuota de mercado que las demás. Antes de pasar a la banca ética trabajé 30 años en la banca tradicional y cada año teníamos que crecer más que los demás. Cuando, por definición, es imposible que todos crezcamos más que los demás. Crecer no tiene sentido. Crecemos cuando somos pequeños. Luego llegamos a una edad en la que paramos de crecer y maduramos. La economía tiene que madurar, no puede crecer más. No podemos seguir con este modelo de consumo, que es insostenible.

Para solucionarlo la clave es la educación, no estamos educando bien. Nos han metido el virus del Informe Pisa, que lo elabora la OCDE, una organización empresarial que habla de educación. El origen de la palabra educar es “exducere” que en latín significa sacar, de dentro hacia afuera, es decir, ayudar a los jóvenes a sacar lo que tienen dentro. Y dentro tienen la dignidad humana, la capa­cidad para la libertad, el amor y la creatividad.

 

Aplicación de la ética

La economía debería ser ética. ¿Dónde se enseña la ética humana? El Ministerio de Educación ha encargado a los bancos de este país que vayan a los colegios a educar a los jóvenes. Entre otras cosas, les están enseñando a especular en el mercado internacional de alimentos, una acción que tiene un efecto colateral: por ejemplo, si sube el precio del maíz, países como México o Bolivia pueden pasar hambre. Eso es per­versión moral.

En España hay muchísimos casos de corrupción de políticos, banqueros, empresarios y ciudadanos. Además, hace poco se supo que 160.000 familias habían estafado a la Seguridad Social cobrando pensiones de familiares muertos. Pero cuando salió la noticia la gente se reía y decía ‘qué pillos’. ¿Cómo que qué pillos? ¡Corruptos! Hemos aceptado la corrupción.

¿Y cómo hemos educado a todas estas personas para que acaben siendo corruptas? El problema no es que el Informe Pisa diga que España va mal en matemáticas. De hecho, la gente que más ha estafado seguro que iba bien en matemáticas. Eran licenciados, doctores, tenían maestrías en Harvard… Y las siguientes generaciones vienen imitándonos, aprenden por imitación de un modelo insostenible. No podemos basar la vida en producción y consumo. Tenemos que ir hacia una economía sostenible también a nivel humano.

Nos venden que el futuro llegará de la mano del post­humanismo y que la solución nos la darán las máquinas. Me niego. No quiero una sociedad post­humana; la quiero humana. Y tenemos que luchar por ella. En esta lucha me encuentro con resistencias de empresarios, sobre todo en Latinoamérica, donde estoy trabajando más ahora. Allí estoy impartiendo talleres de conciencia, comenzando por el consejo de administración. Si los empresarios no se plantean quiénes son y cuál es el sentido de su vida, cualquier cambio que apliquen será insuficiente.

No podemos basar la vida en producción y consumo. Tenemos que ir hacia una economía sostenible a nivel humano.

 

Dos tabús

Casi nunca se habla de las diferencias salariales en las empresas. Conozco bancos en Latinoamérica en los que el equipo directivo gana 2.000 veces más que los empleados. No me preocupa tanto lo que ganen los directivos si el resto del equipo vive dignamente, pero no es así. En uno de estos bancos los empleados ganan 300 o  400 dólares al mes. Con ese sueldo tienen que irse a vivir a dos horas y media de la ciudad. Cinco horas diarias de transporte. Los directivos ganan de 40.000 a 100.000 dólares al mes. Tienen personas sufriendo a su lado y no actúan. Necesitamos más sostenibilidad humana.

Tampoco se habla apenas del suicidio. ¿Por qué se ha disparado en las sociedades económicamente más desarrolladas? Se dan el doble de muertes por suicidio que por atentados criminales y guerras. Gente que aparentemente lo tiene todo pero lleva una vida sin sentido. Hay que plantearse el sentido de la propia vida. ¿Qué quiero hacer con ella? Cuando le dedicamos tiempo diario al autoconocimiento empezamos a ver posibilidades de transformación personal. No hay cambio en el mundo si no cambiamos nosotros. Tenemos que ir hacia un ser humano digno, realmente libre, que se mueva por amor del yo al nosotros. Esto es posible. Hay empresas que lo están haciendo, que han decidido que antes que el beneficio económico están las personas y el planeta. La sostenibilidad también significa que nadie vulnera al otro, que todos tenemos la misma dignidad, desde el CEO hasta el que acaba de entrar.

 

La ética práctica

Cuando comenzamos con Triodos Bank, nos decían que íbamos a durar cuatro días y nos hacían la patética pregunta: ¿una banca puede ser ética? Pero la pregunta debería ser: ¿es posible que tu banca no lo sea, que tú lo sepas y sigas llevando tu dinero allí? Los bancos no tienen dinero, gestionan el nuestro. Por tanto, somos responsables y tenemos derecho a saber qué hace el banco con nuestro dinero. Cuando tomamos cualquier decisión como productores o consumidores tenemos que pensar cómo afectará a las personas y al planeta. Antes de comprar un producto tenemos que plantearnos dónde compramos, quién los fabrica, en qué condiciones, si se respetan los derechos humanos.

Podemos llevar los principios de la dignidad humana (libertad, amor y creatividad) a los ideales de Platón: verdad, belleza y bondad.

Tenemos que ser auténticos, honestos, coherentes y veraces. Ser veraz es un ejercicio diario de autoconocimiento, para ser consciente de cómo mentimos a lo largo del día y empezar a evitarlo. Tenemos que ser veraces en nuestro trabajo, que es nuestra oportunidad de cambiar el mundo. Es armonía, equilibrio, proporción. Hoy la llamamos sostenibilidad, porque lo que no tiene equilibrio no se sostiene. Pero la sostenibilidad, el equilibrio, también significa que nadie vulnera al otro, que todos los seres humanos tenemos la misma dignidad y los mismos derechos, desde el CEO (Hace referencia a la persona con la más alta responsabilidad dentro de una empresa) hasta el que acaba de entrar.

Cuando dices que alguien es bueno parece que dices que es tonto. Decimos: “Es bueno, el pobre”. ¿Por qué pobre? Una persona buena es aquella que cuando tienes un problema te dice, ¿Qué puedo hacer por ti?, ¿Qué necesitas? Las empresas también deben plantearse qué pueden hacer para resolver los problemas. No esperar a que las Naciones Unidas me marquen objetivos. Como soy libre no quiero leyes que vengan de fuera, las tengo dentro. Esta bondad implica coraje para tomar decisiones. Implica compromiso para dar lo mejor de mí, para cambiar mi empresa y el mundo. Cuando estas decisiones las toman los equipos directivos se logran cambios increíbles. Que salga el ser humano que está dentro, oculto por una coraza emocional y espiritual. Da miedo hablar de lo espiritual, cuando es la esencia humana, lo trascendente. O lo descubres o te pierdes la vida vegetando.

Intenten traer su cambio personal a las empresas. Son los empresarios los que pueden cambiar el mundo. Y es posible, está pasando, cada vez hay más empresas dando ejemplo. Pero seamos más exigentes. Les animo a que den un paso más en su camino. Hay demasiadas miradas en el mundo que te dicen que están sufriendo, que no hay tiempo, que tenemos que ir más rápido. Tenemos que actuar.

 

Contribuir a construir un planeta más sostenible social, medioambiental y económicamente es una prioridad urgente. Sin fisuras, con contundencia y compromiso. Así lo han entendido las empresas del gran consumo, que desde hace tiempo están liderando numerosos proyectos que se alinean con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

FUENTE: Joan Antoni Melé | La dignidad humana, fundamento de una nueva economía | Banca Ética

                 Twitter: Joan Antoni Melé @JoanAntoniMele

 

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