"Honorable camarada
Stalin, ¿hay alguna ley del Gobierno soviético que establezca que los aldeanos
deban pasar hambre? ¿Por qué nosotros, los trabajadores de las granjas
colectivas, no hemos tenido una rebanada de pan en nuestra granja desde el 1 de
enero? ¿Cómo vamos a construir la economía del pueblo socialista si estamos
condenados a morir de hambre? ¿Para qué caímos en el frente de batalla? ¿Para
pasar hambre? ¿Para ver a nuestros hijos sufrir y morir de inanición?".
Estas palabras fueron escritas en la primavera de 1932 por un grupo de
campesinos ucranianos, quienes viendo morir de hambre a sus familias,
decidieron escribir al Kremlin para intentar conseguir una solución a la
terrible hambruna que estaban sufriendo.
Ucrania, Kazajastán y el
norte del Cáucaso fueron las regiones más castigadas por la
"colectivización forzosa" propuesta por el Estado. Esta obligaba al
campesinado a convertirse en proletario. A finales de 1927 estalló la llamada
"crisis de las cosechas", cuando se produjo una caída espectacular en
las entregas de los productos agrícolas a los organismos del Estado y se agravó
en 1928, cuando los campesinos sólo pudieron entregar 4,8 millones de toneladas
en lugar de los 6,8 millones del año anterior.
En 1928, los campesinos sólo
pudieron entregar al Estado 4,8 millones de toneladas de productos agrícolas en
lugar de los 6,8 millones del año anterior.
Aquella situación proporcionó a Stalin el pretexto perfecto para intervenir directamente en Ucrania. Como respuesta a aquella crisis, la Unión Soviética puso en marcha un plan quinquenal encaminado a desarrollar un ambicioso proyecto económico además de proceder a la modernización de la industria pesada en todo el país. Y una de sus propuestas estrella consistía en que fueran las exportaciones de trigo quienes pagaran la factura: las exportaciones de trigo ucraniano.
A partir de 1930,
destacamentos de la Dirección Política
del Estado (GPU) comenzaron a requisar de forma abusiva el grano y el trigo
ucranianos, dejando las tierras sin las semillas necesarias para que pudieran
germinar, ni tampoco dieron tiempo suficiente a la tierra para que se pudiera
volver a plantar.
CONFISCACIÓN
O PRISIÓN…
El 7 de agosto de 1932 se
aprobó la Ley de las Espigas, que establecía castigos para todos aquellos que
estuviesen en contra de la confiscación y, sobre todo, para todos los
campesinos que se atreviesen a robar grano. De esa manera, se impusieron penas
de prisión a muchas personas que fueron encarceladas en centros penitenciarios
de las ciudades de Balashevo o Elan. A pesar de aquellas medidas, los robos
fruto de la desesperación fueron tan elevados que las autoridades crearon
tribunales para dictar penas de muerte a los saqueadores. Según registros de la
época, bajo el paraguas jurídico de la Ley de las Espigas se ejecutó a 5.400
personas y 125.000 más fueron enviadas a los gulags de Siberia.
Temeroso de una
contrarrevolución, Stalin tenía muy presente la revuelta de los campesinos
ucranianos durante la Guerra Civil Rusa que tuvo lugar entre 1918 y 1921.
Conocedor de la hambruna que sufría el país a comienzos de los años treinta, en
1932 tomó la decisión de endurecer las condiciones en Ucrania, bloqueando las
fronteras del país para que la gente no pudiera salir y creando unas brigadas
que iban de casa en casa confiscando la comida de los campesinos.
MUERTOS
DE HAMBRE…
Conocido como Holodomor,
palabra ucraniana que significa "matar de hambre", el programa
diseñado por el Estado soviético tenía una doble finalidad: por una parte
pretendía eliminar físicamente a los campesinos que se resistían a las
colectivizaciones forzosas de sus tierras, sobre todo a los kulaks, pequeños
propietarios de tierras y ganado, y, por otra, reprimir cualquier síntoma de
rebrote del nacionalismo ucraniano que se definía como proeuropeo y anti Moscú.
En apenas unos meses, a
comienzos de la primavera de 1932, los campesinos ucranianos empezaron a morir
de hambre. Algunos documentos hablan de niños con el vientre hinchado por la
falta de alimento, familias enteras obligadas a alimentarse de hierba o
cortezas de roble, e incluso se comían a los perros y a los gatos. La situación
llegó a tal punto que algunos historiadores afirman que en las zonas rurales
más pobres se generalizó el canibalismo y los cadáveres se agolpaban en las
calles porque nadie tenía fuerzas para poder darles sepultura.
UN
PANORAMA DESOLADOR…
En la obra Todo fluye, del
ucraniano Vasili Grossman, el autor describe los efectos de la hambruna de la
siguiente manera: "Al principio el hambre te echa de casa. Primero es un
fuego que te quema, te atormenta, te desgarra las tripas y el alma: el hombre
huye de casa [...]. Luego llega el día en que el hambriento vuelve atrás, se
arrastra hasta casa. Esto significa que el hambre le ha vencido, aquel hombre
ya no se salvará. Se mete en la cama y permanece tumbado. Una vez el hambre lo
ha vencido, el hombre ya no se levantará, no solo porque ya no tenga fuerzas:
le falta interés, ya no quiere vivir. Se queda tumbado en silencio y no quiere
que nadie lo toque. El hambriento no quiere comer [...] no quiere que le
molesten: quiere que le dejen en paz".
De los campos de trigo
llegaba un hedor insoportable, y la gente hambrienta se arrastraba hasta allí
para cortar las espigas y comérselas, pero al no poder digerirlas morían allí
mismo. Era tal la cantidad de cadáveres que se acumulaban en los campos, que
los soldados de la GPU tuvieron que emplear trenes para retirar los cuerpos sin
vida y cavar gigantescas fosas comunes para evitar que se propagasen
enfermedades. Los campesinos que eran capturados por la GPU eran sometidos a
terribles torturas en los centros de detención.
El Holodomor fue silenciado
en muchos países gracias al eficiente aparato de propaganda del Komintern
(Internacional Comunista), que logró desviar la atención del problema y vender
una buena imagen de la URSS a nivel internacional. El antiguo Primer Ministro
de Francia y líder del Partido Radical, Édouard Herriot, viajó a Ucrania en
1933 para conocer de primera mano la situación, pero lógicamente las
autoridades soviéticas le hicieron visitar granjas donde había comida en
abundancia y los campesinos parecían felices. Sorprendido por el resultado de
la visita, sus palabras fueron: "¡Pues bien, afirmo que he visto al país
como un jardín a pleno rendimiento!".
A inicios de 1934, el Holodomor
finalizó en toda Ucrania, Kazajastán y el norte del Cáucaso. El resultado fue
que alrededor 7 millones de personas murieron de inanición, y hasta un total de
40 millones de personas en toda la Unión Soviética se vieron afectadas por la
hambruna. Para muchos historiadores, el Holodomor que tuvo lugar entre 1932 y
1934 fue el mayor crimen cometido en época de Stalin y de toda la historia de
la Unión Soviética, constituyendo una de las mayores tragedias humanitarias del
siglo XX.
Hoy, decenas de ucranianos
colocan velas y espiguillas de trigo en el monumento de las víctimas del
Holodomor. Desde 2006, el Holodomor ha sido reconocido por Ucrania y otros 15
países como un genocidio del pueblo ucraniano llevado a cabo por el gobierno
soviético.
Experiencias que enriquecen
el conocimiento, nos llenan de empatía y guían nuestras acciones. Gracias
Ucrania, por compartir esta experiencia con el mundo.
Gracias
- дякую (dyakuyu)
FUENTE: https://historia.nationalgeographic.com.es
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